domingo, 15 de noviembre de 2009

EL MONJE QUE VENDIÓ SU FERRARI

Ayer leía parte del libro titulado: "El Monje que vendió su Ferrari", y la verdad, me ha confortado tanto que hoy me queda hacer una reflexión total de mi persona tanto espiritual, profesional como amical.
Este libro trata la historia de Julián Mantle, un exitoso abogado que todo lo tenía. Julián Mantle era un adicto al trabajo, y producto de su sacrificio laboral lo tenía absolutamente todo, dinero, alajas, inmuebles, etc.; tanta era su pasión por el trabajo que dedicaba aproximadamente dieciocho horas diarias a ejercer su profesión como abogado.
Cierto día sufrió un infarto y estuvo al borde de la muerte, por lo que tomó la decisión de vender absolutamente todas sus pertenencias materiales e ir a la India en busca de paz espiritual.
Estando ya en la India conoció a los Sabios de Sivana, quienes se encontraban en una localidad perdida en los Himalayas. Con ellos - sabios de Sivana - aprendió a estudiar, entender y comprender lo que tanto buscaba en la vida, las siete virtudes eternas de la vida esclarecida, con las cuales toda persona podría llegar ha alcanzar la gran sabiduría espiritual.
Julián era una persona de aproximadamente 53 años de edad, y su obsesión por el trabajo lo había conversido en alguién mecánico, sin humor, obeso, padeciendo de dolores físicos, sueños y malestares provenientes de los excesos que realizaba por su famosa y exitosa vida que llevaba como abogado. Sin embargo, siempre llevaba en su escritorio una frase muy bella que al pié decía: “Estoy convencido de que en este día somos dueños de nuestro destino, que la tarea que se nos ha impuesto no es superior a nuestras fuerzas; que sus acometidas no están por encima de lo que soy capaz de soportar. Mientras tengamos fe en nuestra causa y una indeclinable voluntad de vencer, la victoria estará a nuestro alcance”; pero algo se olvidaba, su yo como persona.
Julián Mantle al dejar su prestigioso y muy rentable bufette jurídico y vender sus cosas materiales con un único fin, evaluarse como persona y simplificar su vida. Entonces en la India al lado de los grandes sabios pudo comprender que muchas veces el tenerlo todo - cuestiones materiales - no garantiza en absoluto la felicidad ni realización como persona, puesto que al fin de cuentas ello es superficial ante lo maravilloso que es aprovechar el tiempo al máximo y dar las gracias por un segundo más de vida al señor.
Tal transformación de Julián Mantle se debió a que como persona se había alejado de lo maravilloso de la vida por darlo todo por el trabajo. Por tanto trabajar se perdía lo tierno que es dedicarle el tiempo a un hijo cuando empieza a dar sus primeros pasos, o compartir las primeras pataditas que una criatura empieza a darle en la pancita de su madre; por lo que su trabajo lo había destruido como persona y se había tornado una máquina irritable que ni siquiera humor mantenía ya.
Al estar en la India con tales sabios recuperó su espíritu descubridor y su gracia, así como su entusiasmo y sus ganas de vivir. Empezó a sentirse más jovial y sereno. Y recuperó algo más: la risa. Así, cuando cierta vez regresó a su país y buscó a un amigo, éste no lo reconoció y pensó que era alguién extraño; entonces le dijo: Soy yo, Julián, y su amigo se sorprendió y respondió, ¿Eres tú? , ¿tanto has cambiado?, ¿seguro te has hecho cirugía?, no, dijo Julián, soy otro, la cirugía sólo mejora lo externo pero jamás el espíritu, no vez mis ánimos, mis ganas por vivir la vida, mi sonrisa, mi carácter, soy otro totalmente, he aprendido que mas que el dinero vale más tu propia vida como persona, disfrutar lo bello que dios nos ha dado.
Así, la historia de Julián es un ejemplo que el dinero no asegura nuestra felicidad, tan sólo nos ayuda a sobrevivir y darnos ciertos gustos materiales que al fin de cuentas son superficiales porque nada económico garantiza que sonrías ante la pérdida de un ser querido, tan sólo valorar los bellos recuerdos y gran nobleza de aquellos verdaderos seres. Julián Mantle aprendió que para ser mejor debemos Dominar nuestra mente, perseguir nuestro propósito, mejorar constantemente, vivir con disciplina, respetar el tiempo propio, servir desinteresadamente a los demás y abrazar el presente.
En síntesis, la historia de Julián Mantle plasmado en el libro citado nos hace reflexionar que “Todos estamos aquí por una razón especial. Debemos dejar de ser un prisionero de nuestro pasado. Y convertirnos en arquitecto de nuestro futuro”.

No hay comentarios: